Dulces viejecitos... Sí como no!


(Escrito en 2012)
Crecí  viendo la televisión no violenta, ésa donde lo peor era ver como Pedro Picapiedra se escapaba para ir a jugar boliche sin el permiso de Vilma o Patán se burlaba descaradamente de su amo; pero en especial me hice adulta viendo como los viejitos, eran tiernas personitas con cabellos de algodón, tumbados en una mecedora leyendo periódicos o tejiendo un lindo swetter, comprensivos y muy dulces.
            Aunado a que mis abuelos ciertamente eran cariñosos con todo el mundo -aunque no se tumbaban en una mecedora, sino que trabajaban diariamente- me creí la historia de que la vejez es un remanso de paz, donde sólo nos dedicamos a meditar y hacer cosas buenas.
            Tardíamente descubrí que eso no era cierto y en esta era quintarepublicana he constatado que no sólo son tan violentos como los más jóvenes, pa muestra Edmundo Chirinos,  sino que pueden ser tan manipuladores como un bebé (que científicamente está comprobado que nacen con esa habilidad) o un perro consentido, salvando las distancias, claro está.
             ¡Mentirosa, exagerada, hiperbólica, sin madre, sin abuela! Está bien dígame todo eso, lo acepto, pero antes de repetírmelo, haga una retrospección en su mente, o imagine lo que le voy a recrear y dígame si es falso lo que estoy diciendo de los adultos mayores, ¡porque si les dices viejos se molestan!, cuando en realidad alguien hasta los 12 es un niño, hasta los 19 un adolescente, hasta los 30 es un joven, hasta los 59 adulto contemporáneo y después de los 60, viejo, no es peyorativo, es realidad, pero bueno, vamos a decirles adultos mayores pues.
            Usted va por la carretera o autopista, para colmo está apurado, pero resulta que justo en la línea del medio o por el canal rápido, siempre por el canal rápido, va un auto atravesado, usted le prende luces, se las vuelve a prender y el chofer –casi siempre hombre-  no se inmuta, usted llega al extremo de pegársele a su maletera, pero nada, no logra ni que se quite ni que sobrepase los 60 km/h; usted cansado de tanto abuso, lo sobrepasa por el canal lento y cuando va dispuesto a sacarle a toda su generación, se da cuenta que es un  abuelo, pero no un dulce abuelo sino uno que  está indignado porque usted osó prenderle luces;  y antes que usted pueda decirle algo, él le hace la señal de costumbre, ¿dulce viejecito no?, ése es tremendo abusador.  ¿estoy mintiendo?.
            Esta usted en la cola del supermercado, está bien, una es joven y sana, pero lleva un día de jornada con tacones de al menos 8 cm(son mis fieles acompañantes desde que cumplí 15, debido a mi poca estatura) ha esperado que 2 carros super full pasen delante de usted y justo cuando le toca su turno,   llega una señora mayor con un carro tan lleno como el suyo, diciéndole que le deje pasar porque a ella le duelen las piernas, usted tiene ganas de negarse, ¡pero tan solo es una dulce viejecita! Usted la deja pasar y luego, ve que la están esperando afuera, los hijos, nueras o qué se yo quien para cargarle las bolsas, porque la confiscada vieja se prestó para pasar más rápido y seguro que irse a pasear con los suyos, mientras usted como una pendeja, sigue haciendo la cola. ¿miento? ¿exagero?.
            Estos son sólo ejemplos de lo que he visto en la calle, imagino que muchos de ustedes  tienen casos peores y aunque  es cómico verlos pelear en la cola de la tercera edad en el banco y competir a ver quien tiene más dolencias que el otro, no es nada cómico su arrogancia, su sinvergüenzura y el ventajismo que asumen, solo, porque “están viejos”, son viejos para lo que les conviene.
            Ojo y aclaro, no todos los viejitos son abusadores como los anteriormente descritos, pero, sí, una porción de esta población y es que analizando bien la cosa, tiene que ser así, o es que acaso al cumplir los 60 años debemos cambiar toda una vida de malas acciones, vicios o mal comportamiento, ¡no que va!, “el que es no deja de ser, genio y figura hasta la sepultura” como dice el adagio popular.
            Los drogadictos, envejecen (pocos llegan, pero llegan), los delincuentes, malandros, choros o como prefiera llamarlos, también envejecen (bueno los que pueden); los mala conducta que toda su vida tiraron basura desde los autobuses,  usaron dos puestos de estacionamiento y demás acciones abusivas, también envejecen.  Y debido a que la esperanza de vida del venezolano es de 70 años, y hay más medicinas para retardar y mejorar enfermedades,  nos ha tocado a nosotros soportar esta nueva población de ancianos abusadores.
            Esto sin adentrarnos en los que no fueron viciosos, ni delincuentes, pero si mandones, amargados y autoritarios toda su vida, pues de cajón que no van a cambiar, a calarse sus ironías, se ha dicho. ¿Insiste en que exagero?, entonces fíjese en su suegra  o imagínela de vieja (pobre de mi madre que está mayor y es suegra, pero ella es la excepción, aunque regañona ella si derrocha respeto y amor).
            Me gustaría que los abuelos, fuesen como los de las comiquitas, consintiendo nietos y derrochando ternura y sabiduría por doquier, pero la realidad casi nunca es así. Ahora los tenemos pilas manejando su dinero, cobrando sus pensiones, coleándose en todas partes y sin pagar pasaje de autobús y sólo mitad de precio en el cine. Dulces viejitos. ¡Si como no!.


Comentarios